¿Recuerdas cuando
mis
malabarismos
intentaron salvar
– infructuosamente, por cierto –
a la otrora
- beldad morena -
tornada en dulce dama
sin necesidad
de dejarme caer
desde aquella ventana
en dirección
de la búsqueda
de un camino
que atajara
hasta
el gris pavimento?
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