Escribir un poema se parece a
un orgasmo:
mancha la tinta tanto como el
semen,empreña también más en ocasiones.
en las que manoseo las palabras,
muerdo sus senos y sus
piernas ágiles,
les levanto las faldas con
mis dedos,
las miro desde abajo,les hago lo de siempre
y, pese a todo, ved:
¡no pasa nada!
“Lo digo y no me corro”.
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