…y, de pronto, noto
hay, ya, un
boquete prosístico,
en la escritura misma,
delante de mis ojos
por donde
hay algo
parecido
a una cicatriz
una luz difusa
que más que
alumbrar,
vela,
un recuerdo que
permite,
empero,
evocar algo
conciso
sino que
me arroja a un
desplazamiento,
a un laberinto
donde
torpemente
sólo puedo
ir leyendo,
escribiendo,
mirando las
paredes
que quizá
me conduzcan
hacia un
nuevo puerto
o quizá,
finalmente,
me saquen de aquí…
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