Entonces, llegan los tiempos
de cambio, de reacomodo. A no pocos, con increíble sorpresa, nos aplastan los
dedos con la puerta. Se reniega, así, por un buen espacio de tiempo, de todo
aquello que empieza a hacer acto de presencia. Existen, a su vez, otro tipo de
personas que saben adaptarse a la brevedad en ese vertiginoso mundo que se
desenvuelve ante ellos.
Las cosas, simplemente, dejan
de ser lo que tanto tiempo estuvimos acostumbrados a tener frente de nosotros. Mutan,
cambian, dejan de ser. Entre paranoias, obsesiones, adelantos, retrocesos surca
una corriente que nos da parte de este neo cambio de escenarios. ¿El reto?
Percatarse de ello en tiempo y forma. No más, no menos. Fijar, redefinir
posiciones. Esto último es lo ideal, antes que se concrete la corriente,
carente de misericordia alguna, que amenaza con arrastrarlo todo a su paso.
Se advierte, entonces, de la
cantidad de elementos que, a lo largo de la escritura y lectura de este blog, harán
acto de presencia lo mismo para jactarse de ellos que, en su defecto, de
replantearse escenarios propios.
Confirmar, pues, que como casi
todos, sostengo vidas en paralelo. De mañana me desempeño como profesor. Por
las noches, procuro lo mismo leer que escribir. Imposible, a su vez, soslayar
la propensión de melómano tenida lustros ha. La escritura aquí trazada, nunca
ha ganado premio alguno, ni tampoco he sido finalista en concursos.
Empero, lo apasionante de
todo esto radica en inventar letras, poder visitar y conocer realidades
alternativas desde el poder mismo de la escritura; abrevar del momento en que
se gesta la idea, la praxis de concretar su reflejo (suele ser, casi siempre, un
reflejo) y la concluyente labor (quizá, la más dura) de pulir y cercenar todo
aquello que (en teoría) sobra…
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