Cuenta Canetti en su libro
sobre Kafka que el más grande escritor del siglo XX comprendió que los dados
estaban tirados y que ya nada le separaba de la escritura el día en que por primera
vez escupió sangre. ¿Qué quiero decir cuando digo que ya nada le separaba de su
escritura? Sinceramente, no lo sé muy bien. Supongo que quiero decir que Kafka
comprendía que los viajes, el sexo y los libros son caminos que no llevan a
ninguna parte, y que sin embargo son caminos por los que hay que internarse y
perderse para volverse a encontrar o para encontrar algo, lo que sea, un libro,
un gesto, un objeto perdido, para encontrar cualquier cosa, tal vez un método,
con suerte: lo nuevo, lo que siempre ha estado allí.
(Roberto Bolaño)
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