martes, 13 de febrero de 2018

Vivir sin espinas...

Con tal de salvar la relación, el Puercoespín decidió rasurarse.
—En adelante, todo será ternura y dulzura, pensó con ilusión.
Cuando reintentaron el amor, la Puercoespina le salió con que se veía rarísimo y le reprochó: “Te falta sal, te falta pimienta. No sé quién te dijo que se puede vivir sin espinas.”

En Anafábulas, de Josu Landa, Serie Ediciones Especiales.

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