Cuando una canción cobra vida propia como lo ha hecho “Wild Horses”, de The Rolling Stones, durante el último medio siglo, es fácil entender cómo Keith Richards y Mick Jagger podrían haber desarrollado sentimientos contrastantes sobre la pista.
En verdad, es comprensible que los dos compañeros de grupo compartan una idea completamente diferente sobre lo que trata el abstracto título de “Wild Horses”, y parte de su belleza es que la canción tiene un significado diferente para cualquier oyente.
Curiosamente, la forma en que la canción llegó a existir es una prueba viviente de la relación profesional entre los “Glimmer Twins”, que ha seguido funcionando de formas extrañamente poco ortodoxas.
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