Esta fue una generación criada en la desesperación de la guerra, o al menos en la era depresiva del racionamiento que siguió. Ahí reside el corazón de todos los movimientos de los años 60, ya sean los Beatniks o las Black Panthers: una determinación singular de marchar al ritmo de un tambor diferente y renunciar a esto casi desafiando a sus antepasados.
Si los niños del “Verano del Amor” iban a fracasar, lo harían en sus propios términos, no en los banales establecidos por las generaciones anteriores.
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