La gira de los Rolling Stones en 1972 por EU hizo que la agrupación alcanzara
nuevos niveles de extravagancia;
contratando su propio avión de pasajeros y reservando pisos completos del hotel
para acomodar a su séquito y garantizar
la privacidad de la fiesta.
"Nos habíamos convertido
en una nación pirata, moviéndonos en
gran escala bajo nuestra propia bandera, con abogados, payasos,
asistentes", dice Keith Richards.
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