(…)
— Anónimo
-Dígame -dijo ella-, ¿se
vende esta casa?
-Sí -respondió el hombre-,
pero no le aconsejo que la compre. ¡Un fantasma, hija mía, frecuenta esta casa!
-Un fantasma -repitió la
muchacha-. Santo dios, ¿y quién es?
-Usted -dijo el anciano, y
cerró suavemente la puerta.
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