Si alguna vez hubo una acusación de que la fuerza de Cohen se limitaba al campo de las letras y dejaba de lado en términos de composición e interpretación, entonces "So Long, Marianne" es el dedo medio dorado perfecto para eso. Lanzar líneas como "sosteniéndome como un crucifijo" y "Estoy parado en una repisa y tu fina telaraña / me está sujetando el tobillo a una piedra" en algo que podría considerarse un 'gusano de las orejas' es una hazaña gigantesca que expresa su completo oficio.
Una vez más, Cohen profundiza en las complejidades del amor,
enfrentando la satisfacción con la curiosidad y la felicidad del amor duradero
junto con la emoción de la lujuria fugaz.
Esta es su obra maestra, ya que seguramente es una de las mejores canciones de todos los tiempos. Es una exuberante elucidación de todo lo que la música puede ofrecer, y se eleva libremente por encima de los problemas del día a día, derramando la sensación embalsamadora que el cancionero de Cohen esparce libremente como rayos de sol cálido o lluvias de lluvia divina. Una verdadera obra maestra.
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