Alguien había abandonado
la naranja en una mesa:
quien olvida el don no lo
merece.
Me rompí la uña sin poder rasgar su piel.
La fruta estaba seca, sus
gajos sueltos,
pero la dura piel los mantenía unidos.
Si yo me rompo por dentro
¿qué piel me contendrá?
Martín López-Vega (Llanes,
España, 1975)
No hay comentarios:
Publicar un comentario