“Claro que lo iba a pensar. Por un lado, una mujer hermosa,
honesta, apasionada, dispuesta a
dedicar cada segundo de su vida a hacer de mi un hombre superior. Por el otro, una casa fría, relaciones huecas,
seguir siendo siempre la misma persona. ¿Cómo no lo iba a pensar? Y la verdad es que, muy bien, no lo pensé.”
Juan José Campanella, El mismo amor, la misma lluvia (1999)
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