“Agustín Lara se dedica en los años atroces de la revolución
cristera a rescatar las almas femeninas prostituidas dentro de los cuerpos
comprados a bajo precio o por la mala. Se le llama, sin más ni más, promotor
del vicio y se le acusa de propagar, como si fueran impunes, los valores
malgastados del erotismo comercial.
Esos de la mujer en pública subasta […] Yo sé, y lo confieso porque él mismo me
lo dijo en una noche confidencial,
que en su trato con prostitutas halló algunas de las notas más puras de humanidad que le fue dado escuchar a lo
largo y a lo ancho de toda su vida…”. (Tomado
de “Arreola y la Música”, de Alfredo Sánchez G, Revista Luvina 92)
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