John Winston Lennon
(1940-1980)
INVENTARIO: THE DREAM IS
OVER. POR LOS CAMINOS DE JOHN
Por José Emilio Pacheco
1
Poema anónimo mexicano
(octubre de 1966): "...despidamos el radiante estruendo de la música (muy pronto sonará contra
nuestra nostalgia)..."
2
Diario de un joven de los
sesenta: 1967, 25 de junio, domingo: "Vi el primer programa de televisión
que se trasmite por satélite a todo el planeta. Los Beatles cantan 'All you need
is love'. El videoteip se guardará como una cápsula del tiempo y volverá a
pasar el año 2000. Si uno vive para entonces, será intolerablemente doloroso ver a los Beatles y escuchar esa canción
treinta y tres años después."
3
Lennon encarna los sesenta
como Scott Fitzgerald simboliza los
veinte. Ambos han muerto casi a la misma edad y a la exacta distancia de
cuarenta años. En una nota agregada a Enemies
of Promise escribió Cyril Connolly:
"Sea cual fuere su situación como escritor, ahora se encuentra firmemente
establecido como un mito, una versión norteamericana del Dios Agonizante, un
Adonis de las letras que nació con el siglo, floreció en los veintes, en la Era del Jazz que expresa perfectamente
y casi fue su creación: luego se marchitó durante los treintas para expirar
—como debe morir una deidad de la primavera y el verano— el 21 de diciembre de
1940, en el solsticio de invierno y en el fin de una época."
4
El grafiti en una pared de
Coyoacán durante el 68 mexicano:
"Cronopio: mezcla de Beatle y Che Guevara."
5
O el otro grafiti en una
esquina del bulevar Sebastopol en el París de 1968:
"Vladimir Illitch Lennon."
6
Entre quienes cronológica y
estrictamente pertenecen a su generación, a diferencia de los seguidores
jóvenes de su obra, tres actitudes ante el absurdo camusiano de su muerte: Unos
se quedaron fijados en los sesenta, son lamentables
adolescentes de casi medio siglo y desde las primeras horas del martes se
encerraron a escuchar (con el acompañamiento respectivo) los viejos discos, las
antiguas cassetes hasta que se vuelvan polvo y ceniza como Lennon. Otros (el
patetismo de sus rostros en la televisión) salieron a las calles para llorar
por él, por su propia juventud abolida,
por lo que no volverá jamás, por el mundo aplastado antes de llegar a ser,
"la pérdida del reino que estaba para mí". Algunos se mostraron
indiferentes: "Sí, claro, su música me gustó en mi adolescencia, cómo no.
Pero en fin, ahora ya qué importa. Tengo muchas cosas en qué pensar y ya ni me
acordaba. Un drogadicto, un exhibicionista. Tenía que acabar así".
7
Nadie, ni siquiera
Shakespeare ni el Departamento de Estado norteamericano, hizo tanto como él por
la difusión del inglés. Millones lo
aprendieron en sus discos. Otros memorizaron sus letras sin saber lo que
significan. Para ellos y ellas son simplemente otra forma de música, verdaderos poemas sin palabras.
8
La poesía de Lennon, indesligable de sus canciones, resulta
intraducible. Sus dos libros, In his own
write, A spaniard in the works,
son brillantísimo popnonsense que se
resiste aun a la más ingeniosa de las paráfrasis. ¿Cómo hallar equivalentes
para "He bad inmigrateful from his little white slum in Barcelover",
por ejemplo? Y lo mismo sucede con las letras. Así como en los dibujos que
ilustran los libros hay una sorprendente influencia de James Thurber, en sus poemas la lírica beat estadounidense se esparció por la "aldea
global". Pero en sus letras manejó tantos estilos como en su música. Existe una hermenéutica de Lennon,
cabalistas que pretenden haber llegado al sentido último, al mensaje cifrado.
9
Uno de sus intérpretes:
Charles Manson.
10
En 1944 Edmund Wilson
escribió que la invención de la luz eléctrica había terminado con los cuentos
de terror. En 1958 el adolescente Carlos
Monsiváis dijo que el terror ya no surgía de los cementerios sino brotaba
de las noticias. En 1967, el año cumbre de los Beatles, el momento en que el rock llegó a la apoteosis no
alcanzada antes ni igualada después con el elepé Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band, Ira Levin, un joven novelista sin mayores pretensiones literarias,
descubrió en la modernización diabolizante y preapocalíptica del viejo terror
una mina que sigue hasta nuestros días llenando de oro a los mercaderes. Levin
escribió una novela, Rosemary's Baby.
Transcurre en el edificio "Bramford". Todos los neoyorquinos
identificaron el "Bramford" con el "Dakota" frente a
Central Park. Contratado para filmar la película que se llamó en español La semilla del diablo, Roman Polansky la rodó en el
"Dakota".
11
Como Mark Chapman —que tenía
13 años en 1968 y nació en 1955 durante el apogeo de Elvis Presley— Charles
Manson pretendió ser estrella del rock. Al fracasar quiso convertirse en algo
más, en Anticristo del popapocalipsis y creyó que los Beatles le transmitían
mensajes en clave. Los cuatro ángeles de
rostro de hombre y cabellos de mujer de que habla San Juan eran los
Beatles; el fuego, humo y azufre que salía de sus bocas, sus canciones; sus corazas de hierro, sus guitarras. "Y fueron
desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año,
a fin de matar a la tercera parte de los hombres". Es decir, interpretó
Manson, a los blancos.
En White Album. el disco que los Beatles publicaron en diciembre de
1968, Manson creyó ver una orden dirigida personalmente a él, sobre todo
canciones como "Sexy Sadie", "Blackbird",
"Piggies", "Revolution" (1 y 9) y "Helter Skelter". Como se recordará, esta última
expresión idiomática que puede traducirse "con prisa desordenada" o
tal vez con el lacónico mexicanismo "relajo", fue escrita con sangre
en las paredes de la casa de Sharon Tate,
la esposa de Polanski, a manera de rúbrica de la espantosa matanza. Al día
siguiente de la llegada a la Luna, el
sueño empezaba a agriarse con un crimen atroz en que no tienen culpa los
Beatles en general ni Lennon en particular. Sin embargo, un novelista
terrorífico difícilmente habría ideado simetrías más escalofriantes entre el
asesinato de agosto de 1969 y el de diciembre de 1980. En el centro del drama
se yergue, más ominoso aun que en la película
de Polanski, el sombrío edificio "Dakota".
12
Nadie es excepción de nada. Todos estamos en peligro de todo.
13
"Sociedad del
espectáculo". La religión
electrónica e impresa erige dioses fugaces hechos de ondas y de papel. Nos
fascinan y a la vez nos oprimen: nos exaltan y humillan; compensan nuestras
infinitas frustraciones y las ahondan. Qué tragedia no tener el cuerpo de Bo
Derek o la cara de Robert Redford o el talento incomparable, el aura mágica, los millones y millones de
John Lennon (quien por su inmensa fortuna califica entre "the mighty
British" en la nomenclatura de Town and Country). Tanto brillo, tanto
éxito, tanto dinero, tanta fama representan una invitación constante a la locura del antihéroe, nuestro
contemporáneo; a la paranoia del
iconoclasta en el sentido original del término. Diabolismo del
pobrediablismo: Si no puedo hacer, destruyo. Si no puedo ser, hago que otro
deje de ser. Así me vuelvo más fuerte que los fuertes. Gracias a la
democratización de la pistola, soy como Dios: tengo poderes de vida y muerte. Eróstrato, grabo mi nombre en la
historia; o al menos soy famoso —soy como ellos, soy uno de ellos— durante
quince minutos. No hay muralla, no hay guardias que puedan contra mí, contra
Abbadón, el ángel exterminador, el ángel de la muerte. Apocalypse now, 'Helter Skelter'. Quemo lo que he adorado. Al inmolarlo me inmolo en su hoguera. Me
enciende su gloria. Ahora ya nadie podrá separar mi nombre del suyo.
14
Poema anónimo mexicano
(agosto de 1970). The dream is over: "Se
acabó el elepé. / Hoy recomienza/ la pesadilla de la historia."
***
Proceso, No. 215, 15 de diciembre de 1980.
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