Austin apoyó a Mercury en su
decisión de mantener en secreto la naturaleza de su enfermedad hasta poco antes
de su muerte. También le pidió que
recogiera sus cenizas y las colocara en un lugar privado que nunca se
revelaría.
Es una promesa que mantuvo,
esperando dos años después de su muerte para sacarlas en secreto de la casa en
la que murió, la casa en la que todavía reside rodeada por muchos de los mismos
muebles elegidos por Mercury.
"No quería que nadie intentara
desenterrarlo, como le ha ocurrido a algunas personas famosas", señala Austin.
"Los fans pueden ser profundamente obsesivos. Quería que siguiera siendo
un secreto y seguirá siéndolo".
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