(...)
Dispersión del cuerpo deseado:
vemos sólo unos ojos que nos miran,
una garganta iluminada por la luz de una
lámpara
y pronto vuelta a la noche,
el brillo
de un muslo,
la sombra que desciende del ombligo al sexo.
Cada uno
de estos fragmentos
vive por sí solo
pero alude a la totalidad del
cuerpo.
Ese cuerpo que,
de pronto,
se ha vuelto infinito.
Octavio Paz
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