Green no
compartió esa opinión: tenía confianza en su forma de tocar, pero la escritura
era un territorio desconocido ("Me vi obligado a escribir canciones",
dijo en 1998. "No soy realmente un compositor"). Pero se produjo un
gran avance cuando se sacudió la influencia prescriptiva de los pioneros del
blues y aceptó que el género se definiera más por la sensación que por la
fórmula.
"En
mi opinión", dijo Green al periodista Ian Middleton, "un blues no
tiene que ser una progresión de 12 compases. Puede cubrir cualquier secuencia
de acordes musicales. Para mí, el blues es algo emocional. Si una canción tiene
la emoción correcta, entonces la acepto como un blues".
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