Grabado en el Madison Square
Garden de Nueva York, durante la gira estadounidense del grupo en 1969 – la primera
desde el nombramiento de Mick Taylor
como reemplazo de Brian Jones - el
impulso detrás del segundo LP en vivo de The
Rolling Stones fue menos documental, pero sirvió como indicador de qué tan
bien se integraba la nueva alineación.
El resultado: uno de los primeros
álbumes en vivo en recibir el tipo de aclamación que solo los mejores álbumes
de estudio tenían antaño, lo que propició el gusto por los álbumes en vivo –
mismos que florecerían durante la década siguiente.
La gran exuberancia de las
actuaciones de los Stones en esa gira, que también contó con los abridores BB King, Chuck Berry e Ike & Tina
Turner, quedó claramente capturada.
Éste álbum y la gira en la que se grabó
dieron parte de una nueva fase creativa
para los Stones, dentro de la cual grabarían los mejores álbumes de estudio de su carrera.
De su famosa introducción -
"Ladeez and gentlemen, la mejor banda de rock'n'roll del mundo..." -
a Jagger diciéndole a la audiencia quejumbrosa: "No quieren que se me
caigan los pantalones ahora, ¿verdad?" A la extraña chava gritando: "¡Píntalo de negro, demonio!" mientras Richards hace la introducción
a "Sympathy For The Devil", ningún álbum había sido tan divertido en concierto.
La sorprendente interacción entre el ritmo profundo de Richards y el
plomo líquido de Taylor fueron, junto con la batería de Charlie Watts, las
únicas partes del álbum en las que no se colocaron overdubs.
Sin embargo, nunca imaginaríamos
que el sueño de los años 60 estaba a punto de convertirse en la pesadilla de
los años 70…
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