(…) De regreso a casa volví a
leer el papelito, repetí la última frase escrita por mí en un futuro que no podía
permitir que sucediera: “el pasado, como el futuro, se adivinan”, luego lo
rompí en minuciosos pedacitos que se perdieron a través de la ventana. Amanecía.
Descolgué el teléfono y me atreví a llamarte. Despertabas.
“Déjà Vu” – Mauricio Molina
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