(…)
Sé que no existo
que sólo fui una lluvia en los ojos del
halcón
pero te traigo piedras silenciosas
y sé también que temí entrar con mis manos
en tu sueño,
Entrar en tu casa y escuchar el eco de mi voz
dispersarse y morir en aquellas habitaciones
llamándote…
Gerardo Rivera
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