Para cuando Setzer comenzó la escuela
secundaria, la disco había estallado en todo EU, haciendo de su admiración por
el rockabilly un rasgo distintivo. Una vez que comenzó a tocar en
clubes, luciendo un copete exagerado, una chamarra de cuero y camisas de
boliche, recibió una reacción mixta del público.
Muchos celebraron las melodías
retro de Setzer y su aspecto nostálgico, mientras que otros sintieron que
estaba escandalosamente anticuado y desfasado. Independientemente de
las opiniones de los espectadores, Setzer se mantuvo fiel a sus ideales.
Finalmente, su estética atrajo a dos músicos esperanzados, amigos del hermano
de Setzer, quienes se convirtieron en ávidos admiradores y partidarios de este
sorprendente, pero intrigante y fluoresciente renacimiento de rockabilly.
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