Cuántas de estas muchachas
amanecieron hoy en brazos de
otro,
después de haber hecho el
amor una
y otra vez en el largo
delirio de la infancia
crecida. Cuántas reventaron
de fiebre
esta mañana mientras yo
convalecía de mí
y me abrazaba a mis sudores
como un náufrago
se abraza a un tronco para
soñar con una orilla.
Con cuántas orillas y frutas
y veranos soñaron
estas muchachas hoy al final
de la ruda faena.
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