Yo las veo subir las escaleras
de la Universidad
y se me parte el alma.
¡Cómo
envidio a ese otro
que esta mañana deambuló en
sus senos, se ahogó
en sus labios y murió en sus
caderas!
Cuántas
de estas muchachas imaginan
que en la ciudad
un hombre se muere por ellas
y madruga sólo
para verlas subir y deletrear
con letras ciegas
las habilidades de sus
cuerpos desnudos
contoneándose al ritmo del
tic tac de un reloj.
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