Los primeros movimientos del
rock progresivo fueron detectables en julio de 1965 y “Like a rolling Stone”, de
Bob Dylan, fue un sencillo de seis minutos (el doble de la duración promedio de
45) con una letra que prometía una verdad indefinible - pero profunda.
Hubo más por seguir. El álbum
Pet Sounds de los Beach Boys, con sus
timbres de bicicleta y ladridos de perros, llegó en mayo siguiente.
Tres meses
después, The Beatles respondieron con Revolver
y la cítara de George Harrison en “Tomorrow never knows”. En diciembre llegó A Quick One, de The Who que incluía lo
que el compositor Pete Townshend llamó “una mini ópera rock”.
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