Como es de esperar en la vida de alguien como Johnson, tal éxito hizo poco para disminuir el peso de su carga. Otro niño y amante se le mantuvo alejado debido a su profesión de tocar la música de la bestia. Su hijo, Claud Johnson, recuerda que en una de las dos únicas veces que vio a su padre, Robert le entregó dinero en efectivo para su crianza y pidió ver al niño, solo para que lo llevaran fuera de las instalaciones.
Ya sea con su alma o no, Johnson, sin embargo, pagó un alto
precio por su música. Su fama creció, sus canciones se grabaron, pero sus
problemas siguieron siendo los mismos.
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