viernes, 3 de diciembre de 2021

Robert Johnson, toda una leyenda (XXVIII)

Murió unos días después. Envenenado. En la dolorosa agonía de sus últimas horas, gateó hasta el aire fresco de la noche, andando a cuatro patas. Al borde de la carretera, se desplomó y se escabulló. Las estrellas, una vez más, se esparcieron por el firmamento sobre él como lentejuelas de luz reflejadas en un charco interminable, centelleando sobre nuestro héroe como el ojo reluciente del cielo.

La imagen de su cuerpo sin vida ahogado por la lluvia no se descubriría hasta las primeras horas de la mañana.

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