"¡Eres, declaradamente, una
Bella Sirena que he de robarme!" ¿Recuerdas cuánto te lo decía? Estábamos en esas
cuando, transcurrido el éxtasis, tus ojos se hundieron en lo profundo de la
oscura habitación. La lluvia golpeaba los vidrios.
Para cuando reparé en vos, habías
partido, surcando entre las gotas de lluvia que, apuradas, te llamaban, sabedoras de que,
sí, ese día me prendé – de vos…
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