En 1967, John Lennon recibió una carta de un alumno de su antigua escuela
secundaria en la que le informaba que las letras de The Beatles se estaban analizando de forma muy seca en la clase de
inglés.
Lennon se dispuso a escribir una canción tan repleta de
imágenes elegidas tan arbitrariamente y con tal cantidad de referencias que sería completamente impermeable a la interpretación. "¡Dejen que los
asesinos lo solucionen!", dijo Lennon a un amigo después de escribir un
verso particularmente intrincado.
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