III
(…)
Has partido,
y me has dejado el vacío que no
habla,
que duele desde todos
los rincones
de este silencio absurdo
y
espeso,
máscara de bronce y
azufre de aquellas risas
que acariciaban los
labios de la tarde.
La noche se ha quedado sin palabras,
luego
del vaticinio rojo de las
sábanas húmedas de sexo.
Y mi ventana abierta, sola...
- Luis Enrique Prieto
No hay comentarios:
Publicar un comentario