Roger McGuinn deslizaba los ritmos de los Beatles bajo
las melodías tradicionales durante sus primeros días en Greenwich Village. Cuando
se conectó con el resto de The Byrds, en Los Ángeles, su obsesión colectiva por
los de Liverpool adquirió nuevos niveles. El punto de inflexión fue una salida al cine para ver A hard day's night,
después de lo cual el grupo reinventó su look,
se compraron unas guitarras Gretsch y Rickenbacker... y traspusieron las armonías de los
Beatles en su propio y muy personal estilo.
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