Si yo fuera mayor,
lo cual parece casi
imposible,
amaría los ríos limpios entre
las aneas,
el arco de las truchas,
las ocas paseando una tras
otra por la orilla,
bobas y solteras como
señoritas puritanas,
la campana sonando lejana en
la heredad,
todo como lo viera alguna vez
en un paraje nórdico.
Y allí, bajo el árbol de la
vida,
sentarme a leer un libro
hermoso,
ya leído.
Pero sí, soy mayor
y amo aun lo que apenas si
recuerdo:
la madrugada alta y su
ginebra,
la nuca que termina en rizo
último
entre mis dientes,
despertar con el alba y con
el miedo
de no saber quién duerme
entre las sábanas,
la ola blanca y fría
dejándome en el cuerpo
la escarcha de los christmas,
su ventura augural del año
nuevo.
Y a la mañana al sol, junto a
la barca,
leer el mismo libro de mis
días.
("Edad", de Pablo
García Baena)
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