Noches como esta, con una
luna tan excelsa, son simplemente inasibles: escapan a cualquier posibilidad de
saberse fundidas con lo grisáceo de la neblina que se empaña en los cristales
de mi ventana.
Me resta, empero, el consuelo de aullarte. Sí, mi esperanza en
vos, ahora, es la licantropía…
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