La singular trayectoria de
Elizabeth Dotten es producto tanto del auge del espiritismo como de las
limitaciones que su época imponía a las mujeres que pretendían escribir.
Aunque escribía desde
adolescente, Elizabeth Dotten (1829-1913) sólo accedió a la notoriedad cuando
comenzó a tomar el "dictado" de poetas como Edgar Allan Poe y William
Shakespeare, entre otros.
Aún faltaba algo más de medio siglo para que Harry
Houdini denunciase a médiums y espiritistas, y la creencia en la posibilidad de
una comunicación con los muertos se extendía (a modo de consuelo) a la misma
velocidad con la que estos se multiplicaban en los campos de batalla de la
guerra civil estadounidense.
"Debido a mis tendencias poéticas naturales",
afirmó Dotten, "atraigo la influencia de almas similares, y cuando yo lo deseo
o cuando ellas tienen la voluntad de hacerlo proyectan sus peculiares
inspiraciones sobre mí, y yo les doy expresión de acuerdo con mis capacidades".
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