Mike Oldfield tenía tan sólo 19 años cuando
grabó Tubular Bells, estableciendo
así un nuevo punto de referencia para el programa instrumental y redefiniendo la
noción de una agrupación de un solo hombre.
También fue un masivo éxito
comercial, impulsado por la apropiación de su inquietante motivo de piano para
la película The Exorcist. Tubular Bells ya había sido rechazado
por una gran cantidad de sellos discográficos antes de que Richard Branson lo
hiciera el primer lanzamiento de su nuevo sello: Virgin Records.
El álbum se
aferró a las listas durante cinco años. Finalmente, vendió la friolera cantidad
de 17 millones de copias.
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