martes, 28 de junio de 2011

Sigue viviendo, pero ha decidido huir…

Sólo quería asegurarse una condena mínima de un año de cárcel. Su único fin: acceder, desde las entrañas del sistema penitenciario, a la asistencia sanitaria que ya no tenía más. Este ciudadano ejemplar tuvo que recurrir a medidas extremas. El pasado 9 de junio, a eso de las 15:00 p.m, Richard James Verone, ciudadano estadounidense, a punta de una pistola inexistente, "osó" robar un dólar a la cajera de un banco en Gastonia, Carolina del Norte. Acto seguido, Verone, de 59 años de edad, optó por sentarse, tranquilamente, al interior del RBC Bank a esperar que llegara la policía.

Hasta antes de esto, Verone soportaba, desempleado, sin dinero, ni Seguridad Social que subsidiara alguna de sus dolencias, fuertes dolores de cabeza, problemas en su pie izquierdo que lo hacía cojear, la artritis que hinchaba sus nudillos, así como el síndrome del túnel, mismo que le dificulta cargar o mover cajas. En el colmo, se le descubrió una protuberancia que aparenta ser un tumor.

Acusado de hurto, Verone espera en el Gaston County Jail su cita con la corte, para el día de hoy. Con una fianza reducida de cien mil a dos mil dólares, es poco factible que el cargo lo mantenga tras las rejas más de 12 meses. Si lo liberan antes de que se cure, avisa, volverá a robar.

"Soy una persona lógica y ésta fue la idea que se me ocurrió. Si quieren llamarlo manipulación, lo es en función de una necesidad", explicó. Verone, además, ha señalado a la prensa local que le gustaría estar preso durante al menos tres años. ¿El fin?: poder solicitar los beneficios de la Seguridad Social, que en EU pueden obtenerse a partir de los 62 años, durante el resto de su vida.

Al tener que escoger entre vivir con dolor o estar preso, Verone aseguró estar "contento" con su decisión.

Verone, además, trabajó años como repartidor de Coca-Cola.
Pagó sus impuestos.
Ha sido, hasta antes del asalto, un honrado ciudadano.
Después de ser echado de la trasnacional refresquera, hace tres años, encontró empleo en un supermercado.
Lleva, además, una protuberancia en el pecho.

En este contexto, Verone empezó a barajar sus opciones.
Primero vendió sus muebles.
Después vació su cuenta hasta la última moneda.
Descartó pedir ayuda a su familia para no ser una carga.
Fue entonces cuando se le ocurrió lo que él denominó una "solución digna".

Una de las "ingratísimas" fallas en el sistema son ésta especie de pequeños "daños colaterales" a los que la gente común nos vemos sometidos al estar inmersos en esta grandísima hez fecal llamada neoliberalismo…

¿Dónde está toda esa gente que "siempre" se preocupa por el bienestar de "todos" los demás? Verone necesita(ba) tan sólo bondad, comprensión, apoyo – en todos los sentidos - que se le amara cual ser humano… Con 59 años a cuestas, este hombre es claro ejemplo de que ni amabilidad ni bondad se hicieron presentes antes en él previo a tomar una decisión tan radical, misma que, diplomáticamente, llama "solución digna".

¿Acaso él no cuenta como prójimo?... Verone no desea soluciones fantasiosas, no quiere soluciones abstractas, no necesita de maniqueísmos. Sus tristezas y agonías lo obligaron a "buscar y encontrar" una especie de "bondad obligada" en el sistema. La natural, la espontánea, la inmediata… nunca apareció. Sigue viviendo, pero ha decidido huir…

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