sábado, 11 de junio de 2011

Ecos de oscuridad: "In Rainbows"...

En esta ocasión juegan con elementos ya utilizados por ellos mismos en ocasiones previas. No hay un elemento/componente experimental digno de ser considerado. Con el largamente esperado In Rainbows, los de Radiohead no han creado su mejor disco. Aunque no por ello, resulta ser una producción que se soslaye a priori. Nuevamente, Radiohead, ese bastante bien conocido quinteto de Oxford, termina ratificándose como un grupo que sigue marcando el rumbo de la música en no pocos sentidos. En esta producción de 2007 apreciamos la elaboración de beats electrónicos, lo mismo que un tono más optimista, mismo que va muy de la mano con un coqueteo hacia el tipo de rock grave.
Los liderados por Thom Yorke efectúan un trabajo de una forma mucho más melódica, pero ruda a un mismo tiempo. Resultando, entre otras cosas, inevitable reparar en la pericia de esos estilísticos guitarreos, rudos pero dulces, voces juguetonas, coros, ecos y psicodelia.

Tiene lugar, también, no poca trepidancia, un soul levemente experimental que potencia los agudos de Yorke que se apetecen sobre atmósferas generadoras de una calma profundamente intimista. El escenario mejora justo en momento en que los ecos de oscuridad afloran, se hacen patentes de forma magistral.

Esta banda consigue, igualmente, emitir no pocas sensaciones agridulces las cuales terminan desprendiéndose de la instrumentación virtuosa de la banda lo mismo que la mezcla de la voz de Yorke: una calma que resulta especialmente confortable para momentos específicos de quien escuche esta obra. La emoción, obvio, también pasa lista de presente.

Instrumentalmente, In Rainbows presume un aire acústico con orquestaciones más que interesantes: exquisitas!!!


Si bien es cierto, In Rainbows es como una especie de radiografía en la que la banda de Oxford trabaja en perfecto equilibrio: demuestra cómo combinar los puntos flojos con los fuertes. Cierto, la producción, en cambio, demuestra –por no decir que exhibe -no tener mucho de conceptual.

Piezas que oscilan entre guitarras que agitan el esqueleto rítmico demuestran claramente el trabajo en la producción de parte de Nigel Godrich y Mark 'Spike' Stent. Aparte tenemos ésas insoslayables impostaciones que nos proporciona la voz frágil y melódica de Thom Yorke. Llegamos también a momentos en los que la hibridación suena excitante: canciones con un gran toque melódico, así como un gran nivel de ansia y experimentación.

Cabalgando en la alternancia, nos llega "House of Cards", pieza creada y recreada con una atmósfera prolongada, descansando sobre un par de acordes de guitarra y sintetizadores que crean diferentes y efímeros efectos. Para entonces, declaradamente surfeamos sobre percusiones que hacen se evoque una emoción tal para ratificar la grandeza del conjunto del disco.

El componente experimental, podemos decirlo, no ha sido muy grande esta vez. Si bien los de Radiohead no se han lanzado a las mieles del pop-rock comercial, juegan con elementos ya utilizados por ellos mismos en la mayoría de las ocasiones.

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