domingo, 12 de junio de 2011

Esa sensual fragilidad acelerada: P. J. Harvey

Emoción. Crudeza. Visceralidad. Fragilidad. Todo por separado y en conjunto a un mismo tiempo. Eso fue lo primero que transmitieron los primeros acordes aquella primera vez en que, por accidente, seamos honestos, llegó a mis oídos la propuesta musical de una fémina hasta entonces leída, pero todavía –increíblemente - no escuchada.
P.J. Harvey, como nunca antes diva alguna en lo musical, dio en un clavo específico de mí ser. Me presentaba un disco con energía y calidad en pares, como pocas lo hayan hecho. Toda proporción guardada, me resultó imposible no asociar a esta musa del rock con otra de mayores, mucho mayores dimensiones: Patti Smith. Esto último debido a que P.J. Harvey se mueve en terrenos similares.

La perspectiva lírica de esta cantautora es abordada desde un punto de vista en femenino. Sobrecoge, por ejemplo, la manera en que refleja y describe, mediante estridentes susurros, la esencia del amor, por citar un ejemplo. Esta rockera nos incentiva con su música a rastrear la belleza donde menos pensado y obvio pueda resultar.
Stories from the City, Stories from the Sea (lanzado en octubre de 2000) es el sexto álbum de una P.J. Harvey que, mediante temas sensualmente frágiles invita a menear el cuerpo en forma tan sutil que, de súbito, nos encontramos acelerando las caderas con riffs raudos y veloces, en medio de cabalgantes baterías. De la lentitud y la palpitación más vívida, inmediatamente podemos transportarnos a la vena más rockera nunca antes experimentada. Es aquí donde me “engancho”, definitivamente, con la Harvey: su primigenia y a la vez experta combinación del dirty blues en perfecto ensamble con un rock n roll básico, sin pretensiones, de raíz. Si algo faltase, encima de todo, adereza ésta producción con su dominio exquisito de/en la aspereza clásica de los setenta.


Por lo anteriormente señalado es que esta producción pega con un gancho directo al gusto del escucha que sabe lo que tiene en manos. Producción que transita en los ejercicios vocales de P.J. Harvey, toques agresivos, no pocos estallidos punk, baterías de ritmo constante, bajos potentes en su respaldo –momento exacto de intervención que apuntala y afirma en toda la producción-.


Por ende, Polly Jean Harvey con sus actitudes más que camaleónicas, ha sido/es constante en su desmarcacion de una escena del rock femenina plagada de todo, menos de calidad. Mucho menos de innovación. Sabedora de que sus propuestas musicales atraen terrenos variados, la cantautora tiende a reinventarse, refinarse. Al menos en esta producción así nos ha ensamblado su obra.

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