Incluso los mismos artistas se han metido en el negocio de los piratas, convirtiendo lo que solía ser una espina en el lado de la
industria musical en una nueva y
legítima fuente de ingresos.
Grupos como Phish y Pearl Jam fueron
los primeros en adoptar este modelo; recientemente, grupos como The Rolling Stones y Bruce Springsteen han abierto sus bóvedas
para los seguidores dispuestos a repartir $10 por escuchar versiones limpias de los discos
que han residido en el mercado negro durante décadas.
Mientras haya grupos y
artistas dispuestos a andar el camino abierto para tocar ante un público,
parece que siempre habrá una subsección
de seguidores decididos a tener en sus manos una copia de sonido decente de
ese concierto.
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