En mayo de 1966, John Lennon y Bob Dylan se habían convertido en los únicos candidatos serios para
el nuevo título "Portavoz de una
generación". En el apogeo de su creatividad, cada uno buscaba
liberarse de su propia reputación haciendo música que no tenía precedentes.
Dylan, después de haber
estirado la definición de una canción pop con "Like a Rolling Stone" en julio de 1965, acababa de
completar el extenso doble disco, Blonde
On Blonde. Por su parte, el innovador Revolver
de The Beatles no saldría hasta el final del verano, pero las sesiones
comenzaron semanas antes con "Tomorrow
Never Knows", de Lennon, una canción que combina letras filosóficas
con matices ácidos con una producción
audazmente innovadora.
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