El festival fue un momento único
para reunirse en un momento de agitación
política y social, una oportunidad para gritar colectivamente contra los
poderes que frenaron la inevitable evolución
de EU. Fue un esfuerzo por reconstruir el alma del país, o al menos marcar
un punto de inflexión claramente dentro de la historia cultural: una
oportunidad para que miles de jóvenes sean, como canta Mitchell, un "engranaje en algo que gira".
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