(…)
V
El fuego abre mi piel en sus labios
como una flor furiosa por sed de sangre;
lo cierto es que su rugido sube al cielo,
se hacen los truenos a oscuras
porque ha tomado la luz de cada ojo,
puntos suspensivos en nosotros,
besos como dióxido de carbono.
No hay comentarios:
Publicar un comentario