Cuando un periodista trató de preguntarle a Syd Barrett
por sus creencias religiosas, el fundador de Pink Floyd le respondió: "De
acuerdo, amigo. Ahora, mira ahí arriba. ¿Puedes ver la gente en el techo?"
Era el Syd Barrett que uno de sus compañeros de vivienda
definió como "uno de los misionarios del ácido para cambiar la cara del mundo,
una de las auténticas reservas de ácido". Los visitantes que pasaban por su
casa tenían tanto miedo de que les endosara una dosis de LSD que se negaban a
beber nada de lo que les ofrecía y temían incluso al agua del grifo.
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