Rory Gallagher nunca hizo
nada a medias. Como un graduado de la escuela de canto de rock "no tomes
prisioneros", Gallagher usó su voz
empapada en whisky para tener pleno efecto, tanto en el estudio como en
concierto, ganándose tanto al público de
blues como al de rock.
Puede que no haya tenido el rango o la técnica de
contemporáneos como Paul Rodgers,
pero Gallagher siempre cantó desde el
corazón, particularmente en éxitos del calibre como “Tattoo'd Lady” y
“Cradle Rock”. Su presencia aún puede sentirse en los actos modernos de rock.
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