Desde las sombras del porvenir, una imprecisa silueta se asoma con ojos de sospecha, labios de conjetura e hipotético cuerpo. Su arribo es inevitable como la felicidad, temible como el amor y fatal como la melancolía. Nadie sabe quién es; su nombre antecede a todos los nombres, diluyéndolos en una sola palabra: Alguien.
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