(...)
Encendida y dichosa, habías
quedado
de pie en la media luz, y en
tu sombría
silueta, bajo el sexo relucía
un brillo astral de mercurio
exudado.
Miraba el tiempo absorto, en
el espejo
de aquel instante, una figura
suya
definitiva y simple como un
nombre...
Tomás Segovia
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