jueves, 16 de noviembre de 2017

Adicciones de Clapton...

El alcohol, la heroína y toda sustancia química conocida pasaron por las venas de Eric Clapton, amenazándolo con un fin prematuro, hundido en el olvido y en los bajofondos de una personalidad débil frente a las adicciones. En su autobiografía, Clapton, (Global Rhythm, 2010), el músico da cuenta con pelos y señales de ese rumbo aterrador en el que estuvo sumida su vida durante varios años. Fue en los  años 70, con una novia llamada Alice, cuando Clapton tocó fondo: "No tardé en empezar a tomar cantidades industriales de heroína todos los días y mi dependencia era tan fuerte que Alice me daba prácticamente cualquier cosa que pudiera conseguir, mientras ella tenía que compensar toda la heroína que se estaba perdiendo con litros de vodka, hasta dos botellas por día".


Y más: "Las puertas permanecían cerradas, el correo sin abrir y vivíamos gracias a una dieta de chocolate y comida basura, así que muy pronto, además de engordar, me llené de granos y perdí completamente la forma. La heroína también me quitó por completo la libido, así que no tenía ninguna clase de actividad sexual y empecé a sufrir estreñimiento crónico".

El alcohol, compañero de aventuras desde su juventud, también jugó un papel importante y Clapton, que contrajo epilepsia a causa de su adicción al trago, varias veces estuvo a punto de volverse loco por su manera de beber. Era un hombre que hablaba solo y caminaba desnudo por el jardín de su casa, un músico eficaz aunque doliente, que se resistía a aceptarse como alcohólico y que "bebía una copa para desterrar los problemas" y cuando éstos no desaparecían, se tomaba otra.

"Así que el final de mis días de borrachera fue una auténtica locura. A menudo tenía una botella pequeña de vodka bajo la alfombrilla de los pedales del coche", cuenta el virtuoso guitarrista.

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