Charlie: Durante los años 80,
yo estaba hecho un desastre y no me daba cuenta de los problemas entre Mick y Keith, y del peligro que corría la banda.
Estaba en muy mal estado, tomando drogas
y bebiendo mucho. No sé qué me hizo
comportarme así, cuando nunca lo había hecho antes.
Keith: Charlie estaba muy
fuerte físicamente y te aseguro que no es agradable que la mano de un baterista
te agarre del cuello. En una ocasión, en Amsterdam,
la agarró en contra de Mick. La cosa fue así. Mick y yo nos pasamos de copas.
Por cierto, le había dejado mi saco de boda. Mick estaba en pedo, y cuando Mick
se mama, se puede poner pesado. Volvimos al hotel y Mick quiso hablar con
Charlie. Le dijo por teléfono algo como: "¿Dónde
está mi baterista?".
Charlie: Me hizo enojar, así que subí las escaleras corriendo y le dije que
no volviera a llamarme así.
Keith: Llamaron a la puerta y era Charlie Watts vestido con un traje
de sastre, corbata, perfectamente peinado, afeitado y perfumado. Se dirigió a
Mick, lo agarró de las solapas y le dijo: "No
me vuelvas a llamar ‘tu baterista’ en lo que te queda de vida". Y bum, le
puso una piña. En la mesa había una gran fuente con salmón ahumado. Mick se
cayó hacia atrás, y al ir a dar sobre la fuente, resbaló y estuvo a punto de caerse por la ventana. Yo estaba sentado cerca,
así que pensé: “¡Mierda, es mi saco!”. Y lo agarré antes de que cayese.
Fragmento del libro According to The Rolling Stones
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