Un semi-documental que sigue
siendo una obra histórica de auténtica
importancia. A pesar de las no pocas fallas en la película, a pesar de todo,
la cinta contiene la última grabación de la alineación de los Rolling Stones de la era de Brian Jones como una unidad totalmente
funcional.
También es, quizá, la última vez que los ingleses presentarían una
imagen tan descuidada del grupo; las trampas de la fama, las presiones del estrellato
y los traumas de la muerte de Brian
y el desastroso concierto de Altamont
pronto pasarán factura.
Mick Jagger se
volvería cada vez más protector de su propia imagen, y Keith Richards se
retiraría a una especie de ostracismo vía alcohol, pastillas y sexo.
Tal vez
fue porque el grupo confiaban tanto en Jean-Luc
Godard y Tony Richmond, cineasta
y productor, respectivamente. No obstante, la realidad de las imágenes de
estudio de esta cinta resuena 50 años después.
Si alguna vez fantaseamos con
volver atrás en el tiempo y asistir a
una sesión de grabación de los Stones, Sympathy
for the Devil representa ese tan anhelado boleto.
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