sábado, 21 de abril de 2018

Redirigiendo el dolor en el punk


La voz alta y melódica de Pete Shelley se encontraba a años luz de la acidez de John Lydon, o del ruido de Joe Strummer, de The Clash. Los punks en ese momento condenaban la realeza del rock de antaño.

Para cuando Shelley tomó una guitarra por primera vez, a los 15 años, su instinto fue aprender el cancionero de The Beatles, y esa inspiración brillaba con los himnos angustiosos de Buzzcocks.

No estaba muy lejos de los Ramones, cuyo álbum debut en 1976 se convirtió en el modelo para el pop-punk. Pero incluso cuando creaban canciones de amor, a los Ramones les encantaba deleitarse con la violencia de terror y la dureza de la rata callejera.

El dolor era un componente importante del punk, pero en vez de cantar sobre infligirlo, Shelley se volvió vulnerable por ser el receptor.

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